En 1808 los ecos de la Revolución francesa sacudían todos los pueblos de occidente. En España el rey Carlos IV abdicó en su hijo Fernando el 19 de marzo. El 18 de mayo Napoleón fue proclamado Emperador de los franceses. El 5 de mayo el rey Fernando VII cedió el trono de España a Napoleón, que lo transfirió a su hermano José Napoleón. Una gran reacción popular dio origen a la Guerra de la Independencia, que propició la invasión de España por las tropas de Napoleón.
Todos estos sucesos causaron gran alarma en la Capitanía General de Venezuela y en el virreinato de Nueva Granada. En la sociedad criolla habían penetrado con fuerza la Ilustración y las ideas democráticas, lo que produjo su rechazo a la política absolutista del rey de España, y la división del ejército entre las facciones realistas y patriotas.
Las hostilidades empezaron en 1810 en forma de una sangrienta guerra civil, y se prolongaron durante quince años.
En aquellos momentos de incertidumbres y desgracias, apareció la figura de Simón Bolívar. Nacido el 24 de julio de 1783 en Caracas, viajó a Europa a los 17 años, en donde completó su formación ilustrada. Regresó a Venezuela y pronto destacó como gran líder militar y político.
El 6 de agosto de 1813 hizo su entrada triunfal en Caracas, siendo ratificado en su título de Libertador.
Poco duró su éxito. El 11 de diciembre de 1813, vencido Napoleón, Fernando VII fue repuesto en el trono de España. Abolió todas las leyes liberales que emanaban de la Constitución de Cádiz y estableció otra vez su gobierno absolutista.
Envió al Nuevo Mundo un ejército para pacificar la Capitanía General de Venezuela y el virreinato de Nueva Granada.
Derrotado de nuevo, pero dotado de gran inteligencia y capacidad organizativa y militar, Simón Bolívar supo ilusionar a todos los pueblos de Sudamérica con el objetivo de crear la Gran Colombia.
Después de muchas victorias y fracasos, en junio de 1819 tomó la arriesgada decisión de iniciar la campaña liberadora de Nueva Granada, cruzando los Andes por el Páramo de Pisba a 3.500 metros de altura. El ejército patriota entró en la provincia de Tunja, en donde se encontraba el ejército realista al mando del coronel José María Barreiro.
El frío y el clima adverso hicieron mella en sus tropas, que estaban equipadas para la lucha en el llano, mucho más cálido. Muchos de sus soldados perecieron junto a sus caballos, y las tropas de Simón Bolívar se vieron obligadas a abandonar sus pertrechos.
Sobrevivieron gracias a la ayuda de los escasos habitantes de la comarca que les ofrecieron sus ropas y pobres alimentos.
Los habitantes de Tunja recibieron con entusiasmo al ejército libertador, al que ayudaron a recuperarse con rapidez con todo tipo de enseres y suministros.
Con esta acción tan atrevida consiguió sorprender a las fuerzas realistas, enzarzadas en un combate de guerrillas en un territorio hostil.