Han transcurrido más de doscientos años de la fecha en la que el niño Pedro con su honradez cambió la historia del Nuevo Mundo; y estos sucesos tienen que ser recordados.
Leamos lo que hoy nos cuenta su nieto, que amablemente nos ha cedido una copia de la única fotografía de Pedro que se conserva:
Pedro Pascasio Martínez Rojas nació en el municipio de Belén Boyacá el 20 de octubre de 1807, hijo de José Mercedes Martínez y María del Niño Jesús Rojas.
Trabajó en servicio doméstico en la casa de la familia de Don Juan José Leiva, en donde el 18 de julio de 1819 el Libertador Simón Bolívar se hospedó.
Pedro Pascasio, muchacho muy listo y servicial, hizo que el señor Leiva lo ofreciera al Libertador por si lo estimaba de alguna utilidad, y como el Libertador viéndole al chico las habilidades y destrezas y los deseos de irse con él lo aceptó, asignándole como funciones el cuidado de los caballos, que cumplió muy lucidamente, éste fue el soldado de Rifles Pedro Pascasio Martínez.
De este modo, el niño Pedro Pascasio dejó atrás el feliz paraíso de su niñez, y se convirtió en joven combatiente del ejército libertador.
El día 25 de julio de 1819 ambos ejércitos entraron en combate en la batalla del Pantano de Vargas.
Cuando Simón Bolívar llegó a aquel lugar, las tropas del joven coronel Barreiro ocupaban una posición de ventaja, dominando una colina.
Entablada la batalla, parte del ejército patriota resultó acorralado contra un terreno pantanoso. Cuando la derrota parecía inminente, se lanzaron al ataque catorce lanceros comandados por el Coronel Rondón, cuyo empuje dispersó a las fuerzas realistas. En aquellos momentos decisivos estalló una gran tormenta que obligó a detener las hostilidades.
Ambos ejércitos se retiraron para recuperarse y continuar la lucha al día siguiente.
Las tropas realistas del Coronel Barreiro estaban desmoralizadas y fatigadas. Los habitantes de aquellos parajes les eran hostiles y les negaban auxilio y alimento.
Un ejército de refuerzo con víveres y enseres había salido de Santander en su auxilio, pero se vieron retrasados por una feroz y sangrienta lucha contra los paisanos del pueblo de Charalá. Casi todos sus habitantes murieron en aquella desigual batalla, pero la ayuda decisiva no llegó a su destino a tiempo.
Ante tan adversas circunstancias, el Coronel Barreiro decidió eludir nuevos combates e iniciar la retirada hacia Santa Fe de Bogotá para organizar allí la defensa.
Simón Bolívar era un fantástico estratega. Buscó personalmente veredas y atajos que le permitieran adelantar al ejército enemigo. Cuando el ejército de Barreiro se encontraba descansando junto al puente de Boyacá sobre el río Teatinos, el ejército libertador se arrojó por sorpresa sobre ellos. Algunos combatientes realistas consiguieron escapar, pero muchos otros perecieron.
El 7 de agosto de 1819 acaeció la Batalla del puente de Boyacá. Después del triunfo en las horas de la tarde y la noche, los soldados patriotas buscaron a los soldados realistas escondidos en cuevas y piedras.
El niño Pedro Pascasio y el negro José buscaron españoles en las grandes cuevas de las grandes piedras cercanas al río Teatinos o Boyacá. En una de ellas encontraron a dos militares realistas que estaban ocultos en una cueva, debajo de una gran piedra cerca al río. Hoy llamadas “Piedras de Barreiro”.
Pedro Pascasio con una lanza y el negro José con un fusil se enfrentaron a los oficiales realistas. Uno de ellos fue muerto por el negro José, el otro recibió varias lanzadas del niño soldado. Una coraza resguardaba el pecho del español de las lanzadas de Pedro Pascasio; sin embargo fue herido levemente en la garganta.
Cuando el oficial realista se vio muy perdido, le ofreció al soldado niño una faja con monedas de oro que llevaba en el cinto, a cambio de su libertad. Así le dijo: “Yo soy el Comandante Barreiro, toma y suéltame”. Ante ello el niño Pedro Pascasio le ordenó: “Siga adelante. Si no lo arreamos y le enristró de nuevo la lanza.
Un brillo dorado rasgó la oscuridad del atardecer cuando José María Barreiro sacó unas monedas de oro de su cinturón y se las ofreció a Pedro a cambio de su libertad. Escaparía hacia Santa Fe de Bogotá y establecería allí sus líneas de defensa contra las que se estrellaría el ejército de Simón Bolívar. Muerto el Libertador, los patriotas quedarían derrotados y sin líder; y el curso de la Historia sería diferente.
Pero ¿qué significaba el oro para un niño que ama a los caballos?
Pedro sabía que su obligación era detener al coronel enemigo, y así lo hizo.
El comandante realista José María Barreiro fue llevado a la casa de teja, en donde se encontraba el Libertador Simón Bolívar y el estado mayor del Ejército Victorioso de la Batalla de Boyacá.
El Libertador Simón Bolívar recibió severamente al soldado Pedro Pascasio Martínez, pues no le había llevado a tiempo el caballo goajiro, que llamaba el muchacho. El niño soldado le respondió que tenía un buen prisionero.
“¿Quién es usted?”, le preguntó el Libertador Simón Bolívar.
“Soy el Comandante General Barreiro”, le dijo el Oficial realista. Ante la respuesta de Barreiro, el soldado de caballería Salvador Salcedo, el primero que pasó el puente de Boyacá, quiso alancear a Barreiro. Ante ello Bolívar lo impidió con un grito y le dio la orden para que se le colocara a la cabeza de los prisioneros realistas. Bolívar le hizo un saludo militar, pues era el comandante del ejército enemigo.
Cuando todo esto había pasado, dijo Bolívar a su ordenanza: “Muy bien, Sargento Martínez, tendrá usted una gratificación de cien pesos”.
Al conocer la derrota, Juan de Sámano, el Virrey de Nueva Granada, huyó. Simón Bolívar tomó posesión de Santa Fe de Bogotá y la nombró capital de la Gran Colombia, llamada entonces oficialmente República de Colombia.
José María Barreiro y sus oficiales quedaron allí presos. Cuando Simón Bolívar marchó a la conquista del Perú, fueron fusilados el día 11 de septiembre de 1819.
El bravo José María Barreiro murió a los veintiséis años.
Simón Bolívar sufrió durante años de la incomprensión y las intrigas de sus compatriotas, y murió el 17 de diciembre de 1830, acompañado de unos pocos fieles amigos. Tenía cuarenta y siete años.
Muchos creyeron que fue envenenado, hasta que en el año 2012 se abrió su tumba y los investigadores forenses certificaron su muerte por un trastorno hidroelectrolítico.
El Sargento Martínez continuó luchando con el ejército patriota hasta la culminación de la independencia, cuando se trasladó a Belén, su ciudad natal, en donde se dedicó a las labores del campo.
El 15 de junio de 1831 contrajo matrimonio con Margarita Silva.
El 18 de agosto de 1880 el Congreso concede una pensión al prócer de la Batalla del puente de Boyacá. Pero fue muy corto el tiempo que disfrutó dicha pensión.
Pedro Pascasio Martínez murió el 24 de marzo de 1885 en el municipio de Belén a los setenta y ocho años de edad. Se convirtió en el ejemplo de ética, dignidad, insobornabilidad y honradez para las generaciones colombianas.
Pedro Pascasio, nieto. Boyacá, enero de 2014.
La Fundación Aurora motivará a historiadores y maestros para que cuenten a los niños y jóvenes del Siglo XXI la historia del “Niño honrado”. También les daremos a conocer las biografías del gran Simón Bolívar, el Libertador, y del valiente y audaz Coronel José Barreiro, muerto en la flor de su vida por cumplir con su deber militar.
Que su memoria y su ejemplo permanezcan vivos entre nosotros, mientras los Humanos habitemos sobre la Tierra.